La figura de Max Perkins desprende pulcritud a lo largo de toda la película. Un hombre de principios, soñador con los pies en la tierra, amante de su trabajo y devoto de su familia, respetuoso con los escritores y su trabajo pero sobre todo, con las personas. Por otro lado, el escritor Tom Wolfe aparece como un poeta que desea comerse la vida a bocados pero al que parece que la vida engulle, capaz de jugar con las palabras hasta límites insospechados que desafían al entendimiento humano. Con esta pareja como hilo conductor nos adentramos en el Nueva York de principios del siglo XX, del jazz, de Scott Fitzgerald y, como se desprende de esta película, de libros.
La relación entre los dos personajes, a veces profesional, a veces de camaradería y otras totalmente paternal nos hace experimentar el viaje que ambos realizan, tanto juntos como por separado, intentando buscar su identidad.
Con "cameos" de lujo como los protagonizados por Scott Fitzgerald o Hemingway y una escenografía evocadora, esta película supone un viaje muy entretenido y nostálgico por una gran época de la literatura en general y de la americana en particular.
